En la antigüedad los creadores de la tecnología eran principalmente artesanos que poco sabían de principios científicos y sus habilidades se basaban completamente en el conocimiento empírico. La estrecha relación entre la ciencia y la tecnología inició como resultado de la Revolución Industrial de los siglos XVIII y XIX. A partir de entonces, la ciencia se convirtió en el cimiento de nuevos inventos que favorecieron el desarrollo de la tecnología y la industria, y a su vez, la tecnología comenzó a convertirse en una herramienta al servicio de la ciencia, como con el desarrollo de instrumentos de laboratorio que facilitaron la experimentación.
Para Bunge la lógica y las matemáticas son las llamadas ciencias formales, cuyo objeto de estudio son los entes formales, así como las relaciones lógicas (o mentales) que se establecen entre ellos; por su parte, las ciencias fácticas, que abarcan las ciencias naturales y las ciencias sociales, tienen como objeto de estudio a las cosas concretas y reales, es decir, la naturaleza y la sociedad.
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